Junto
suspiros formando una escalera, que me llevan directamente a donde tú
estás.
Mi atmósfera
es tangible sin tu aire; y mi suelo es mitad nube y mitad mar.
Tengo mis
brazos en espera de tu piel, y mis labios sólo decoran mi rostro.
Te extraño.
Tengo besos
que no entran en la caja de cristal que es tu ausencia.
Tengo
abrazos que no llenan el vacío de la soledad.
Tengo el
olor de aquel café que nos tomamos junto a la ventana atrapado en mi
nariz.
Siento un
enorme espacio entre los dedos de mis manos.
Te extraño.
Y no siento
el frío, y me es ajeno el calor.
Y es el Sol
sólo la luz del día, y es la Luna sólo un faro nocturno.
Y es
costumbre respirar.
Mis ojos
cuelan tu mirada y repasan cada línea de tus labios.
Mi mente
separa tu último recuerdo en cápsulas diarias, para evitar el
dolor.
Te extraño.
Dibujo tu
cuerpo exacto en la sombra del Sol, soplo el olvido hacia lo
desconocido, me acurruco en el regazo del hastío y tu nombre es el
himno de mi voz.
Te extraño.
Y el tiempo
hace competencia con la lentitud,
y mis sueños
son hipérbole de la realidad,
y el futuro
que era esperanza, es pasado en segundos,
y el esperar
de el tiempo se hace cobarde.
Y te
extraño.