sábado, 6 de febrero de 2016

A ti.

Marcaste mi vida, ésta siempre será la parte cierta. Me aferré a ti como hace el hambriento al conseguir pan, aunque fuiste tú el que me devoró el alma. En mi vida te hiciste un lugar, a pesar del desorden; y encendiste un rayito de luz en mi corazón para que no me tropezara, y aunque la luz a veces se hacía débil supe que podía contar contigo. Te instalaste en mi vida y cómodamente me contabas los secretos detrás de tu apariencia sombría  y hasta me hacías reír. Tocaste mi mente un par de veces con la punta de los dedos y hoy en día tus huellas reposan ahí. Conocí la mitad de ti, y me enamoré. 
Te abrí mi alma y te confesé mis miedos. Conociste mis debilidades y hasta mi lado oscuro y fuiste tú el dueño de mi poesía. La luna conoce tu nombre de memoria, a ella no le gustan los apodos, sin embargo hoy se esconde porque hay duelo en mi cielo. 
Sé de tu pasado y lo que sufriste, de cómo te identificas en una canción, y entiendo tu razón para no confiar en nadie. Yo confié en ti, y lo sabes. 
Las esperanzas florecían con el paso del tiempo, no recuerdo ni la cantidad de meses en los que fuiste mío (en parte porque el tiempo era corto, y en parte porque quizá jamás me perteneciste), sólo sé que eres de las personas que permanecen aunque ya se haya apagado la luz. 
La distancia se salió con la suya, ahora sí puedo decir que estamos separados, aunque por supuesto, es mucho más fácil decirlo que entenderlo. Tu recuerdo no es algo efímero; me enamoré de ti. ¿Te enamoraste tú de mi?
Te quiero todavía porque mis sueños contigo no han cicatrizado, esperé tanto de esto que me cuesta entender lo que significa el tiempo perdido. Duele recordar tus últimas palabras, que fueron tan letales como el cianuro. No tenías que ser tan duro con la persona que amó eso que tantos odian de ti, con la que anhelaba oír tu voz y saber que te sentías bien. Yo conocí la mitad de ti, y te odié intensamente.
Los pensamientos ahora mezclan mentiras y verdades, siento que jamás conoceré todos los motivos que explican tu manera de ser. 
Aún quiero verte, aunque no sea recíproco, porque marcaste mi vida, y ésa siempre será la parte cierta que no entiendes. 


viernes, 5 de febrero de 2016

Inmundo.

“Tienes que verme un día venidero cuando delante de ti mi pena me deje caminar. Pero tan sólo recuerdo la mirada amable de tus dulces ojos y siento que soy impuro. Basura, sucio, inmundo; mi cuerpo se resume a eso cuando pienso en ti…quisiera ser apto para tus manos tan blancas como tiza, ¡perfectas como ninguna! Pero temo que tu piel de diosa se contagie de mi imperfección.
Escondido detrás del periódico observo tu perfil que es altivo y delicado como perlas en algodón, y mientras imagino que tus cejas se alzan para observarme: escucho tu risa; y me siento tan honrado de poder deleitarme. Cierro mis ojos hasta que ésta se apaga y es como si de pronto se vaciara la avenida, pero todo sigue igual, ¿cómo pueden todos seguir haciendo sus inmundas cotidianidades ignorando tal muestra de perfección?


Entonces, como a diario, empiezas a caminar con tus audífonos en las orejas, y te observo como si fueses una dimensión prohibida en la cual dejo marcas si me quedo mucho tiempo. Pero deseo, dentro de mí, que un día me mires, con tus dulces ojos y tu mirada amable y me hables con tu voz de diosa aunque después de eso mi cuerpo se resuma a aire o se vuelva polvo. Sé que eres prohibida, pero sueño contigo aunque no te merezco.”